sábado, 22 de diciembre de 2012

Se acercan las fiestas, un nuevo año, nuevos aires, nuevos amigos, nuevos conocimientos. Como todos los años. Igualmente, hay algo que en estas fiestas me hace inquietar. No se si inquietar es la palabra correcta. Dejar de creer en algo que inculcaron en tu mente durante tantos años (básicamente desde que nací, hasta los catorce años) me hace darme cuenta de que las fiestas para mi no tienen otro sentido que la junta familiar, y el pasarla bien.. ¡DANGER! ¿Pasarla bien? ¿Qué familia? Detesto tener que sentarme enfrente de esa manipuladora serial y ponerle mi mejor cara de felicidad. Y lo peor de todo es que no tengo a mis primos Lara y Juan para que contengan mi mal humor y me llenen de buenos recuerdos. Si tengo a mi otro primo, a Patito, pero él va a estar pendiente de que su vieja no se mande ninguna cagada. Yo por las dudas voy a llevar la SUBE guardada en la carterita, y cualquier cosa que llegue a pasar de incidente, me voy. No planeo quedarme a dentro de esa casa cuando pase lo que vaya a pasar. Porque yo se que alguna pelea, alguna bardeada, algún grito, van a salir de sus bocas. No se, me iré a dar una vuelta manzana aunque sea. Llega la Navidad, y viene la misma careteada de siempre. Igualmente, solamente vamos a pasar noche buena con ella (gracias al cielo). Navidad la vamos a pasar con mis tíos de parte de mis viejos. Igualmente, esto de pasar Noche Buena con mi tía y mi viejo juntos, es genial. Mi vieja y yo decimos que tienen que tener un programa de radio, es demasiado gracioso escucharlos hablar. Lo único que caga todas mis fiestas siempre es ella. Morite, enferma.  

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