lunes, 16 de febrero de 2015

Ojalá mi vida tuviera de fondo un soundtrack de música francesa. 

Recordás.

Y estirás las piernas. 
Te despertás, y por un momento no tenés idea de quién sos, dónde estás.
Ese momento de libertad plena, donde todos tus problemas, o tus ansiedades, no aparecen por tu cabeza.
Después comenzás a ver la luz del sol sobre tus pies, calientes pies.
Llegan todos los recuerdos, toda tu vida pasa en un segundo por tu cabeza, recordándote cada uno de los momentos que viviste. El día que te peleaste con tu vieja, tu primer beso, la muerte de tu abuelo, la sensación que sentiste aquel día que te besaron el cuello, que te tocaron las piernas, que te besaron la frente, la nariz, la mano, la mejilla. 
Recordás todo aquello que te hizo sufrir. Las personas que nunca perdonaste, a las que sí. Recordás eso que no habías recordado hacer la semana pasada. Hasta recordás lo que comiste ayer. 
Recordás aquel perfume. Ese hombro que te sostiene cuando no te sentís bien. La sonrisa más pura que viste. 
Recordás las aventuras que tuviste, lo que te animaste a hacer, algo que nunca en tu vida pensaste que harías. ¿Qué era? ¿Adentrarte en la universidad? ¿Conocer nuevos amigos? ¿Operarte? ¿Hacer lo imposible por alguien posible? ¿Arriesgar a que te rompieran el corazón? ¿Arriesgarte a que no lo hicieran? ¿Romper vos un corazón? ¿Cantar en un escenario con un público observándote? ¿Leer en voz alta la respuesta de la pregunta b? ¿Ser el postre, y no el plato principal? ¿Llorar en frente de tu mamá, de tu papá? ¿Mostrarte débil? ¿Mostrarte fuerte? ¿Discutir? ¿Reír?
Ya ni vos lo sabés. 
Pero lo recordás.
Recordás todos aquellos momentos que te hicieron bien, y todos aquellos que te hicieron mal. Todos esos momentos que te hicieron creer en una persona, o decepcionarte de ella. Esos que hicieron que dejaras de querer, que dejaras de odiar, que dejaras de amar, que dejaras de ayudar, que dejaras de llorar, que empezaras a reír, que empezaras a pensar, que dejaras de insistir, de pelear. 
Recordás esos momentos que te destruyeron.
Recordás esos momentos que te hicieron y te hacen feliz.
Y es cuestión de cada uno elegir con qué recuerdos despertar. 

martes, 3 de febrero de 2015

Dosmilquince.

Es algo raro empezar el año así. 
Miles de cambios ya desde el 01 de enero del 2015.
Terminar la secundaria, cumplir 18 años, empezar hace 1 día la universidad, volver a ver a mis amigos después de tanto tiempo sin verlos, encontrarse con gente nueva. Ya no hay amor (¿O si lo hay?), seguir con el amor de mi familia.
Estoy en el momento de mi vida en el que me gusta ver por lo estoy pasando. Me gusta poder mirar hacia atrás y decir: no me arrepiento de nada de mi vida. 
No me arrepiento de mis amigos, ni de mis decisiones. Estoy feliz con mis logros, estoy intentando verme a mi misma desde otro punto de vista. Estoy intentando poder abrir mi mente y contener nuevas ideas, poder ver la vida desde otra forma. Intentando que mi alma y mi mente se unan. Intentando poder expresar todo lo que siento, de la manera que mejor creo.
Quiero crecer, hacer lo que me gusta, disfrutarlo. Y creo que lo estoy haciendo, y eso me alegra mucho. Me pone feliz ver que los logros que me pongo, las metas, las estoy cumpliendo poco a poco.

Me falta escribir un libro y plantar un árbol.