martes, 6 de marzo de 2012

Esconder.

¿Cuánta gente tiene muchos problemas pero, por miedo u otras cosas, no los cuenta? Miles. Eso está tan mal, eso de esconder los problemas, y no contárselos a nadie. Es mejor contarlo, a una persona confiable, para que te ayude, o para que aunque sea te escuche, y puedas desquitarte. Por eso a mi me encanta escribir en el blog, porque puedo desquitarme y decir todas las cosas que yo pienso, y la gente me va a poder aconsejar escribiéndome en el blog, o en face, o.. diciéndome las cosas de frente, cara a cara. Me encantaría tener un psicólogo, creo que me haría muy bien tener una persona con quien hablar, y saber que puedo fiar en que me da buenos concejos. Igual, mis amigas y mi novio hacen de psicólogos todo el tiempo.
Pero, no solamente escondemos nuestros problemas, también escondemos nuestros temores, secretos muy valiosos. Escondemos momentos que queremos olvidar, y momentos que son mejor ni recordar que los queremos olvidar. Escondemos comida cuando tenemos hambre, escondemos nuestro teléfono, la plata, en las lolas cuando vamos caminando por la calle. Escondemos esas conductas nuestras que no queremos que se vean, porque nos dan vergüenza. Pero no tenemos por qué esconder nuestro verdadero ser, porque si lo hacemos, no encontraríamos amigos que nos quieran por lo que verdaderamente somos. No tenemos por qué esconder la comida en nuestro cuarto cuando tenemos hambre, tenemos que expresar nuestra falta de alimento en el estómago (?). No tenemos por qué esconder nuestros comentarios sobre aquellas cosas que nos disgustan. No tenemos por qué esconder los libros que leemos, porque las personas piensan que son estúpidos. No tenemos por qué esconder nuestros dibujos porque pensamos que dibujamos mal, quizás a otras personas les guste lo que a vos te disgustó. A lo que yo quiero llegar, es que no tenemos que esconder lo que en realidad somos. No tenemos por qué esconder nuestra identidad.

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