domingo, 6 de octubre de 2013

Últimamente me voy dando cuenta de cuánto afecta a mi vida la ciudad, el alboroto, la rapidez. Si algo va
lento no sirve, y si algo es tranquilo algo anda mal.
¿Por qué?
La necesidad de que todo sea rápido e inseguro siempre se me impregna en la piel. Mientras que, cuando algo es lento y seguro, me molesta y lo dejo.
Lo peor, es que yo sé que suelo hacer ese tipo de cosas, pero no las evito.
No me entiendo, la verdad. No entiendo que tiene de malo que las cosas sucedan de a poco, con su debido tiempo.


Nos volveremos a ver.

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