jueves, 31 de octubre de 2013

Creo que no hay nada más feo que saber que no confían en vos, saber que esperan un mínimo esfuerzo y que encima esté mal. Ni si quiera un "confío en que lo vas a hacer bien", "cualquier cosa te ayudamos", "no te preocupes, si te llegás a equivocar fue un accidente". No hay cosa más fea que sentirse inútil, humillado. Y así me sentí yo, perdón, me siento. Me siento inútil, humillada. Ya no confío en mi misma porque la gente no me deja hacerlo, porque apenas intento no me dan la oportunidad para concretarlo. Me siento burra, poco inteligente. Siento que las personas no se dan cuenta del daño que provoca una palabra, sea cual fuera. No es la primera vez. El marcarme las imperfecciones es la especialidad de aquel que no te valora. Yo podría marcarle imperfecciones a todo el mundo, sin embargo, lo hago en forma de broma, graciosamente, y muy de vez en cuando seriamente, porque me sobrepasó el límite ¿Y saben por qué? Porque sé lo que duele.
Cuando de verdad me necesiten, cuando me aprendan a valorar, cuando se den cuenta del prejuicio, de lo lastimoso que puede ser una, para ellos, insignificante palabra, van a aprender a cómo me siento yo, y se van a librar de ese karma que los persigue.
Puede parecer una exageración, pero me doy cuenta de lo poco en que se piensa cuando se habla.
"Pienso, luego existo".

No hay comentarios:

Publicar un comentario