lunes, 8 de abril de 2013

Barullos en mi cabeza.


Siempre fui esa típica mina a la que le decían nerd, aún sin tener las mejores notas, ¿y saben por qué? Porque seguía las reglas. El problema más grabe que tengo yo es ese. Seguir las reglas. Bueno, no siempre, pero la mayor parte del tiempo quiero que todo salga perfecto, tal y como se planeó. Pero, me causa mucha gracia el entender que la persona que sigue las reglas es, muchas veces, la persona que termina perdiendo. Hay otras personas que para hacer las cosas como gustan las hacen de mal modo, pero su resultado es excelente. 
El mundo desde pequeña me inculcó que la careteada, la falsedad, el egocentrismo, el maltrato, la represión, dan a tu vida cosas mejores. Pero solo tu vida, no a la de los demás.
El mundo en el que vivimos es muy cruel. A la gente mala le pasan cosas buenas, y la buena le pasan cosas malas. Irónico, ¿no creen?
En el mundo en el que vivimos, las personas malas, haciendo contrabando, maltratos, asesinatos, robos, consiguen mucho más que las personas buenas haciendo miles de esfuerzos.
Hay personas buenas que tienen suerte, quiero decir, hacen las cosas bien, y rápidamente el destino les cambia la jugada para que les vuelva todo a su favor. Pero en mi caso no. En mi caso hacer cosas buenas a veces me llevaba a que me pasaran cosas malas. 
Aunque a medida que voy creciendo, me doy cuenta que cuando realizamos buenas acciones no tenemos por qué esperar nada a cambio. El servir, el ayudar, el acompañar, el escuchar, el aconsejar, todas esas cosas que a otro desde afuera le parece insignificante, a uno desde dentro le completa el alma, te hace sentir bien, fortalecido, sencillo, bueno, humilde, humano.
Por eso nunca esperemos nada a cambio. Si vas a hacer algo que sea desde el corazón.

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