miércoles, 16 de marzo de 2011

Prólogo.
La mujer de los acertijos.
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Su madre, que estaba agonizante, dormía con un sueño intranquilo en una habitación contigua. Era casi media noche, y un ventilador de techo removía el aire en torno a la hija, al parecer sin otro resultado que el de redistribuir el calor que quedaba del día.
(...) Notó que una gota de sudor le resbalaba entre los pechos y intentó sacársela con la camiseta, sin apartar en ningún momento la vista de la hoja de papel que tenía en el escritorio, ante sí.
Era de un papel blanco barato. Las palabras estaban escritas en sencillas letras de imprenta.
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LA PRIMERA PERSONA POSEE AQUELLO
QUE LA SEGUNDA PERSONA ESCONDIÓ.
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Se reclinó en su silla de trabajo, tamborileando en el escritorio con un bolígrafo como un percusionista que buscaba un ritmo. No era extraño que recibiese notas y poemas por correo, cifrados según claves de lo más variadas, con algún tipo de mensaje secreto. Por lo general se trataba de declaraciobnes de amor o deseo, o bien una forma de forzar un encuentro. A veces eran obsenos. Ocasionalmente constiruían un reto para ella, eran mensajes tan complicados, tan crípticos que la dejaban perpleja. Al fin y al cabo, se ganaba la vida con eso, así que no le parecía del todo injusto que alguno de sus lectores le volviese las tornas.
Sin embargo, lo más inquietante de este mensaje en particular era que no se lo habían enviado a su buzón de la revista, ni lo había recibido en el ordenador de la oficina como correo electrónico. Habían metido la carta ese día en el buzón maltratado y cubierdo de herrumbre que estaba al final del camino particular de su casa, para que ella lo encontrase esa tarde, en cuanto regresara del trabajo. Además, a diferencia de los mensajes que estaba acostumbrada a descifrar, éste carecía de firma y de la dirección del remitente. No había ningún sello pegado al sobre.
(...) Observó de nuevo las palabras.
Recordó algo que había leído una vez, un proverbio, un retazo de sabiduría transmitido de padres a hijos en una familia: "Si corres y oyes ruidos de cascos a tu espalda, lo más sensato de suponer se trata de un caballo, y no de una cebra."
No una cebra.
-Recurre a la simplicidad. Busca la respuesta fácil.-
Bien. La primera persona. La primera persona del singular. Es decir, "yo"
"La primera persona posee..."
¿La primera persona, con un sinónimo de "poseer"?
"Yo he..."
Se inclinó sobre su bloc y asintió con la cabeza.
-Estamos avanzando.- Dijo en voz baja.
"... aquello que la segunda persona escondió".
La segunda persona. Es decir "tú".
Escribió: "Yo he espacio a ti."
Se fijó en la palabra "escondió".
Por un momento pensó que se había mareado por el calor. Respiró hondo y extendió el brazo para coger el vaso de agua.
El antónimo de "esconder" era "encontrar".
Bajó la vista hacia la nota y dijo en alto.
-Yo te he encontrado a ti...
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Juegos de Ingenio.~

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